Querido dosmilveinte
Eras necesario.
Luego de la gran destrucción, aunque comienzas y terminas en incertidumbre aprendí que son esos tiempos de espera los que transforman. Que Dios no desperdicia nada de lo que pasa, que los milagros existen, que cosas extraordinarias ocurren. Que la vida se trata de disfrutar el presente, un día a la vez.
Dios te usó para afirmar tantas cosas valiosas que suelen darse por sentadas. Para recordarme lo importante que es valorar a las personas, los momentos, el cielo, la luz que entra por la ventana, la posibilidad de desayunar sin afán todos los días en casa, las caminatas alrededor del parque, los rincones de paz, el aroma de las flores, esos hobbies que hacen sonreír, el tiempo para crecer y cuidar de cuerpo, alma y espíritu.
Dios te usó tambien para cambiarme y cambiar mi vida, esa vida por la que no habia hecho nada al respecto aparte de quejarme. Pude aprender que si no cambiaba yo nunca iba a ver cambios en mi entorno y eso comenzó por ser intencional en encontrar quién era yo, cuál era mi propósito y qué estaba dispuesta a seguir permitiendo.
Que duro fue aceptar que yo misma había escogido lo que estaba viviendo. Pero puder ver que Dios no solo queria rescatarme sino restaurarme, asi que gracias por el tiempo que pude invertir en descubrir en qué momento de mi vida me había convertido en la persona que era, por qué había tomado las decisiones que había tomado y qué acciones debía realizar para sanar y cambiar.
Gracias porque después de tanta teoría porfín solté el timón y me lancé a confiar en Dios, al vacío de seguir la instrucción más difícil que haya tenido que obedecer: ser transparente para poder vivir la vida plena y de gozo que Él soñó para mí.
Y eso me mostró que si tengo a Dios lo tengo todo aunque pierda algunas cosas en el camino. Pude experimentar que efectivamente todo obra para bien y que es lindo que aun a pesar de los más grandes errores Dios nunca deja de amarnos.
Entendí que no se trata de hacer sino de ser, y que soy lo que Dios dice que soy: su hija hermosa, valiosa, sabia, suficiente, amada, escogida. Así que hay esperanza, hay paz, hay gozo, siempre.
Dosmilveinte, en medio de todo, fuiste un año increíble.
Gracias.
El amor del Señor no tiene fin, ni se han agotado sus bondades. Cada mañana se renuevan; ¡qué grande es su fidelidad! Y me digo: ¡El Señor lo es todo para mí; por eso en él confío!
– LAMENTACIONES 3:22-24 (DHH)
Este ensayo, me ha dado mucho que pensar el sentido de la vida y su propósito. Dios con su palabra busca darnos forma, pues no estás en el mundo para cumplir las expectativas de alguien más. Un relato emocional y profundo aquello de “No se trata de hacer si no de ser”.
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