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Recuperación

Sana la codependencia, las emociones y practica el arte de vivir despacio (slow living)


Qué fácil es culpar a los demás de nuestros problemas. «Mira lo que él está haciendo» «Mira cuanto he esperado» «¿Por qué ella no me llama?» «Si tan solo él cambiara, yo sería feliz». Con frecuencia, nuestras acusaciones son justificadas. Probablemente nos sentimos dolidos y frustrados.

En esos momentos podemos empezar a creer que la solución a nuestro dolor y frustración está en que la otra persona haga lo que queremos o que las cosas resulten como lo deseamos. Pero estas ilusiones autoderrotistas colocan el poder y el control de nuestra vida en manos de otras personas. A esto le llamamos codependencia.

La solución válida a nuestro dolor y frustración, es reconocer nuestros propios sentimientos. Sentimos la ira, la pena; luego dejamos ir nuestros sentimientos y encontramos la paz, en nuestro interior. Sabemos que nuestra felicidad no la controla otra persona, aunque nos hayamos convencido de ello. A esto le llamamos aceptación.

Después decidimos que aunque nos gustaría que nuestra situación fuera diferente, tal vez nuestra vida esté transcurriendo de esta manera por alguna razón. Quizá esté en juego un propósito y un plan superiores, uno mejor que el que nosotros podríamos haber orquestado. A esto le llamamos fe.

Después decidimos lo que necesitamos hacer, qué está dentro de nuestro poder para cuidar de nosotros mismos. A eso se le llama recuperación.

Es fácil señalar con nuestro dedo a otra persona, pero es más recompensante señalar suavemente con él hacia nosotros mismos.

Hoy viviré con mi dolor y frustración, lidiando con mis propios sentimientos.
– Melody Beattie

Impotencia e ingobernabilidad

Sana la codependencia, las emociones y practica el arte de vivir despacio (slow living)


La fuerza de voluntad no es la clave para lograr el modo de vida que estamos buscando. El sometimiento lo es.

«He pasado gran parte de mi vida tratando que la gente sea, haga o sienta algo que no es, que no quiere y que escoge no sentir. En ese proceso la he vuelto loca y me he vuelto loca yo misma», dijo una mujer en recuperación.

«Me pasé la niñez tratando de hacer que un padre alcohólico que no se amaba a sí mismo fuera una persona normal que me amara. Luego me casé con un alcohólico y me pasé una década tratando de hacerlo dejar de beber.»

«Me he pasado años tratando de hacer presente para mí a gente que no está disponible emocionalmente.»

«Me he pasado mas años aún tratando de hacer felices a miembros de la familia, que están contentos sintiéndose desdichados. Lo que estoy diciendo es esto: me he pasado gran parte de mi vida tratando desesperadamente y en vano de hacer lo imposible y sintiéndome un fracaso al no haberlo podido hacer. Es como haber estado sembrando maíz y tratando de que de las semillas salgan chícharos. ¡No funcionará!»

«Al someterme a la impotencia, gano inteligencia suficiente para dejar de seguir desperdiciando mi tiempo y energía tratando de cambiar y de controlar lo que no puedo cambiar ni controlar. Esto me da permiso para dejar de estar tratando de hacer lo imposible y concentrarme en lo que sí es posible: ser como soy, amarme a mí misma, sentir lo que siento y hacer con mi vida lo que quiera».

En la recuperación aprendemos a dejar de pelear contra los leones, simplemente porque no podemos ganar. También aprendemos que, cuanto más nos concentremos en controlar o en cambiar a los demás, más ingobernable se volverá nuestra vida. Cuanto más nos concentremos en vivir nuestra propia vida, más tendremos una vida por vivir y más gobernable se volverá nuestra vida.

Hoy admitiré la impotencia donde no tengo poder para cambiar las cosas, y le permitiré a mi vida volverse gobernable.
– Melody Beattie


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