Toda mi vida tuve tendencias negativas, cada cosa mala que me pasaba solo
reforzaba que era mejor siempre estar preparada para lo peor; en mi mente tenía sentido:
uno no se desilusiona cuando no espera nada bueno. El problema es que a pesar de llevar un tiempo trabajando en ser agradecida y positiva, las circunstancias que me rodean en este momento hacen que decida dudar que mi vida puede ser feliz, que puede haber esperanza y cosas buenas, veo que ese tipo de pensamientos están súper aferrados a mi mente porque el negativismo siempre fue un hábito.